sábado, 15 de enero de 2022

Lo que nos contamos y lo que nos cuentan

Todos tenemos dos historias, la que nos contamos y la que cuentan de nosotros.

Eso pensé cuando por fin me di cuenta, sentada en una silla de la cocina a la hora de la cena, de que todo el mundo está fingiendo.

Carl, por ejemplo, se empeñaba en dar su mejor versión cada sábado noche en la bolera, mientras todos se esforzaban por hacer plenos, él era pleno en sí mismo. Una plenitud de esas que esconden el mayor vacío posible, el de tener que aparentar porque no nos sentimos merecedores de serlo.

Siempre tenía los calcetines grises de lino subidos hasta la parte alta del tobillo

Sus dedos finos siempre se pasean suavemente por el borde del vaso de ginebra y mirando fijamente todos y cada uno de los tiros del resto. Como si supiera siempre lo que va a pasar, sin celebrar o lamentar ni una sola jugada, aguardaba a decir sus frases célebres o los comentarios que sabía que serían aplaudidos. 

Quedar con él era como presenciar una partida de ajedrez entre su razón y corazón.

Siempre se puede hacer mejor, siempre podemos estar mejor, siempre habrá alguien mejor... Pero lo mejor es encontrar a esa gente que te hace olvidar todo esto. 

Porque la verdad es que da exactamente igual quién sea mejor, qué digan de ti y qué imagen tenga la gente de ti cuando no pueden, ni siquiera, pensar por si mismos.



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