Nunca imaginé que irían tan de la mano, que serían tan recíprocos.
Cuando fui alumna nunca imaginé estar enseñando a mis profes.
Siendo profe, nunca me imaginé ser alumna de mis estudiantes.
Pero me sorprendo cada día, viendo mi reflejo en ellos, aprendiendo de su forma de hacer las cosas, de pensar, de sus malos días y de los mejores. Mis mayores maestros, han sido ellos.
Ser madre e hija a la vez, mamá siempre me ha dicho que he sido el regalo, orgullo y la lección más grande. Me ha dicho que ha aprendido lo que vale la pena de verdad.
Me pregunto si alguna vez yo seré hija, madre y algo más.
Me pregunto si ser pareja de alguien y compartir mi ser, me hará a su vez llegar a ser en toda mi plenitud individualmente.
Espero que sí, no lo querría de otra forma.
Porque para enseñar hay que aprender, para amar te tienes que querer, para ser con alguien, debes, primero, ser.
Tal vez descubra algo de esto pronto. Ojalá contarlo aquí, en este trocito de casi toda una vida que dejo a merced de quien me pueda encontrar.
A veces no es tan malo encontrar fuera las ganas de amarnos a nosotros mismos.
A veces no es tan malo romper en la enormidad de nuestro sentimiento si podemos reconstruirnos después más grandes, con más matices, con más recuerdo de vida.
A veces, solo a veces, que alguien te haga querer mejorar, solo significa que has encontrado tu hogar.