Mi abuelita me decía que no me fiara de nadie, que en la vida me iba a encontrar con gente de toda clase.
Somos recuerdos en la mente de aquellos que nos quisieron, y una vez marchamos, lo que dijimos e hicimos es lo que se queda en el mundo de los vivos, aún actuando. Como si tuviéramos voluntad propia incluso muertos.
Por eso creo que los fantasmas existen y por eso creo que mi abuelita no sabía nada de esto cuando me repetía: "No te fíes nunca nunca de nadie más que de tus padres... y a veces, ni de ellos".
Ella no podía saber que yo crecería tras un muro de mi corazón, agazapada en una esquina, desconfiando de la vida. Ella no podía saber que me fiaba más de mis fantasmas que de mí misma.
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