Los vientos azotaban las ramas de los árboles que antaño
fueron fruto de regocijo para todos nosotros…
Esta no es mi historia, sino la de mi querida nieta, mi ñgyon, aquí empieza el final… Para bien,
o para mal…
Procedemos de un antiquísimo poblado élfico. Nuestros
corazones unidos hace mucho firmaron un tratado con el último consejo humano,
legítimo y leal a al bien.
Aunque esto no trata del bien y el mal, no me
malinterpretéis, es mucho más que eso. Tras las Cataratas
Waihilau, Hawai, los últimos pura sangre que quedamos vivos tras la guerra “de
los cuerpos flotantes” juramos
desaparecer… Dejar el mundo a manos de los hombres y así nosotros acabar
nuestros días en paz, tal y como manda nuestra naturaleza.
Tratando de aparentar que nada
a cambiado en estos últimos dos mil años, ajenos a toda realidad, ignoramos los
murmullos que se abrían paso por el este, murmullos de las ahora, secas y
viejas ramas que gritan a nuestro alrededor… Demasiado tiempo ha pasado pero no
todo está perdido…
En nuestras almas, seguimos
teniendo fe porque ahora mi ñgyon
está aquí contra toda lógica y pretexto, ha nacido la última elfa de linaje
puro y no estará sola.
-Preséntate querida, ante el consejo élfico.
-Mi nombre es Alassë, hija de
Redor y Santra Güitzman.-me tomé unos momentos para continuar y dándome ánimos
miré a los ojos del Supremo.
Alzó sus fuertes manos hacia
mí- Bienvenida Alassë hija de Redor y Santra Güitzman, desde luego grandes
expectativas tenemos en ti.
Mis labios se crisparon en una
mueca de disgusto, esto me hacía mucho más difícil presentar mi petición ante
él.
-Adelante.- bajo los brazos y
se hizo aún más silencio si cabe, en la sala, aunque pequeña, imponente y
regia.
-Me gustaría hablar primero
acerca de nuestros hermanos, los elfos grises.- tan solo me oía a mi y el
vaivén de mi vestido mientras que el único movimiento de los presentes fue la
enarcada ceja del Supremo.- Ellos…-carraspeé mi garganta seca para continuar-
Ellos son reservados, sabios, ágiles y valientes, no temen los peligros del
mundo de los hombres, tan solo… Tan solo esperan el momento adecuado para
volver…
-¿Volver a dónde?-Preguntó un joven
de entre la multitud, no tendría más de 300 años, un niño inocente…
-Ser consciente de el preciso
instante en el que la primera gota de lluvia cae, no tiene precio, pero también
es valioso saber cuando ha de caer la última.-Dijo el Supremo mirándome con
chispa de advertencia en sus ojos.
Tan solo incliné la cabeza como
gesto de sumisión, un solo movimiento que por primera vez provocó algo dentro
de mi… Que me incitaba a revelarme… Revelarme y luchar con o sin permiso.
Pude ver de reojo, antes de
recuperar la palabra, como el elfillo se revolvía a disgusto entre los brazos
de su padre quién le arrastró fuera de la sala… Hacia la ignorancia…
-Dicho esto, querida… ¿Deseas
exponer algo más?- Volví al momento y centre mi mirada en sus profundos ojos
lilas… Tan calmados… Típicos en los altos rangos de los elfos Silvestres.
-Si Supremo, desde que llegué
aquí, al reino élfico de mano de mi padre y mi abuelo, nadie me había cuestionado
hasta hace unos meses. Cuando conocí a Legolas
- varios miembros del consejo
alzaron un murmullo al oir pronunciar el nombre del elfo de las sombra. Todos
menos el Supremo. - Me di cuenta de todo lo que perdimos… De lo
beocio de nuestra situación, yo he sido concebida por una mujer- Los murmullos
se convirtieron en voces indignadas hacia Alassë quien se mantenía erguida en
el centro de la sala.
-¿Y que pretendes que hagamos?
¿Cómo deberíamos de actuar Alassë? Acaso propones una guerra, acabar con la
paz, alistar a nuestros últimos guerreros en una lucha sin sentido…- Dijo
imponente, pero esta vez, no me dejaría sin argumentos.
-¿Es una lucha sin sentido
acabar con la tormenta que colapsa nuestra esencia y nuestro mundo? ¿Salvar a
mi madre de la mano de los hombres? ¿De esos salvajes?
No lo creo Supremo y con, o sin
el consentimiento del pueblo, lucharé con todos aquellos que no estén
dispuestos a acabar sus días como animales sin honor y exting…
-¡¡Basta!!
Mis pulmones se llenaron y mi
corazón parecía querer estallar, notaba la sangre en la cabeza y los nudillos
blancos de la presión ejercida durante mi retaila ya no movían el vestido sino
que lo agarraban con todas sus fuerzas.
El Supremo respiró un par de
veces agitado pero en unos pocos segundos volvió a tener el control.
-Retírate Alassë y no vuelvas a
convocar un consejo por una causa perdida… Ya… Ya puedes retirarte. - y se
acomodó en su asiento con las manos en las sienes como un pobre anciano
maltratado. Le hice caso me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta.
-Antes de irme Supremo… Siento
haberle ofendido pero debe confiar en mi.
Lo haría, tendría que confiar
en mi le gustase o no porque estaba decidido y ya no había marcha atrás.
La lucha con los hombres
reavivará un oscuro pasado mi madre beberá de las aguas sagradas y vivirá
eternamente con migo y el resto de nuestra estirpe y así los elfos reinaremos
para siempre, como debe ser.
By: Kiissy
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