Nick estaba muy asustado,
temblaba como yo y no dejaba de mirar de reojo hacia mi cama y yo le miraba con
un amago de sonrisa aunque también tenía miedo.
Desde que entramos en el
hospital por el accidente de coche, no nos habían separado de la misma habitación
y recibíamos los mismos tratamientos y dosis de suero a pesar de la diferencia
de edad y sexo, si nos separaban yo sabía que sería peor.
Nos amábamos, no era una amor
trivial de verano o un capricho del cuerpo, realmente nos necesitábamos pero habían
demasiadas barreras que flanquear y demasiado que perder…
Por eso lo ocultábamos a la
gente de nuestro entorno, en clase el se ponía la mascara de adulto y yo de adolescente,
en la calle nos saludábamos con un apretón de manos y los ojos fijos en los del
otro mostrando todo lo que no nos podíamos decir…
Un estridente pitido me sacó
de mis ensoñaciones, miré a mi alrededor y el electro grama marcaba una bajada
de pulsaciones, ahora si, mire asustada a los médicos que se apoltronaban a mi
alrededor, otro pitido igual se unió al caos momentáneo de la habitación y vi a
Nick en la misma situación, traté de buscarle con la mirada pero las batas de
los médicos que ahora se repartían entre los dos no me dejaban ver nada, traté
de llamarle pero no pude entonar más que un gemido y me noté desfallecer, vi
turbiamente como una mano con guantes de látex me colocaba una máscara… Y
entonces ocurrió.
No vi ningún túnel de luz, ni
fui al cielo, ni quedé atrapada en las llamas del infierno, noté una fuerte
presión liberarse pero no tomé aire, tan solo me desplacé sin paz ni gloria al
otro extremo de la habitación.
No toda yo, mi espíritu, me
detuve a mirar mi figura, resplandecía, brillaba como el mismo sol y no era un
cuerpo translúcido, me sentí nueva y fuerte. Al mirar a mi alrededor no vi mi
cuerpo en la camilla, porque habían más médicos incluso que antes, alguien
gritó- ¡Traed el desfibrilador, la perdemos!
Y para ser sincera no me
importaba lo más mínimo, estaba en calma, estaba bien porque no sentía mucho
más allá que paz.
Al otro lado de la habitación
también comenzaron los gritos y me acordé de Nick, me acerqué sin esfuerzo
hacia su camilla, pero tampoco podía verle.
Traté de levitar como había
visto en las películas, di saltos para ver por encima del hombro de un
enfermero pero en uno de ellos noté una fuerza que me empujó hacia atrás y
choqué contra un carrito que llevaba el desfibrilador y este se tambaleó.
¿Qué había sido eso?
Le vi. Nick estaba en una
esquina de la habitación mirándome.
Brillaba como mil soles y sin
poder evitarlo nos acercamos.
Me miraba maravillado con una
sonrisa, sus manos se cernieron alrededor de mi cintura y parecían incluso más
fuertes que antes, más firmes. Miré hacia arriba para encontrarme de nuevo con
sus ojos y dejé que me acariciase, que sus manos recorrieran mi espalda, mi
pelo, como tantas otras veces había deseado.
-Hemos tenido que morir para
estar juntos…-Murmuré aunque mi voz sonó por toda la sala, incluso diría yo que
por todo el hospital, me estremecí entre sus brazos y nos quedamos así,
abrazados hasta que concluyó con un- Pero vale la pena.- Que me Susurró al oído
con su voz grave, esta que aunque de ahí fuésemos al infierno yo me sentiría
como a la derecha del padre y acercamos nuestros labios, disfruté de esa
proximidad que tantas veces había soñado antes de fundirme con el en un beso
que definitivamente iba mucho más allá que un beso carnal.
Nadie nos miraba, ya casi ni
existíamos, la sombra de los miedos que nos ataban en vida nada podían hacer en
la muerte, a nadie le importaba lo que sintiesen dos almas unidas.
-Te quiero…
-Y yo a ti.
Dijimos acallando de nuevo el
escándalo con el que intentaban reanimarnos y dejamos retumbar nuestro deseo
una vez más.
Pero de pronto dejé de notar
sus labios, se esfumaron, no sentí su pecho contra el mío y me desorienté sin
saber que pasaba abrí los ojos pero no podía ver nada
-¡Nick!-Grité asustada de
nuevo- y lo que antes era un eco sin fin, se volvió en un hilo de voz que nadie
escuchó.
Intenté volver a cerrar los
ojos y abrirlos de nuevo, esperando encontrarme con sus ojos en uno de los
intentos pero lo único que conseguí es toparme con un médico sudoroso y por
todo mi cuerpo se esparció una corriente eléctrica que me hizo encorvar y
temblar de nuevo.
-Bien, la tenemos.
-Lo conseguimos, se oyó de
lejos, no tuve tiempo de reaccionar con todos los pinchazos y sueros que me
pusieron, los médicos y enfermeras se dispersaron y miré a Nick, en la cama de
al lado con la mascarilla.
Nos sonreímos y vi una lágrima
cruzarle el rostro.
Ya no tenía miedo.
By: Kiissy
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