jueves, 14 de abril de 2016

Por los niños desnutridos será.

Hola tacitas llevamos 14 días de este mes tan bonito como es abril. Me muero de ganas por pillar tardes lluviosas y noches dulces con olor a jazmín y a pesar de que parece que esté modo chill out he de decir que no tengo mucho espacio en mi cabeza para publicar o subir entradas pero si que me han estado rondando ideas muy interesantes y hay tantas que quiero publicar que... Bueno, intentaré no liarme mucho con la de hoy.


Mañana me dispongo a afrontar mi tercer día consecutivo durmiendo muy precariamente (para contar las horas sobra con los dedos de una mano). Café. Bostezo. Ojos hinchados, me los froto. Dolor de cabeza, perfecto, a escribir que para algo me pagan... Espera, no me pagan. Da igual.

Y de esta guisa me dispongo a asistir mañana a un seminario de un compañero de profesión, cuyo nombre no delataré, no por tintes negativos sino porque no viene al caso y no os quiero distraer. 
En el ambiente se respira tensión, en la calle indignación, hoy las camisetas con la bandera republicana plagaban la universidad y yo me preguntaba si era necesario posicionarse así y hacerse notar tan abruptamente, cuando a mi, ayer, siendo el día internacional del beso me faltaron de esos por todas partes... bueno, mamá me dio alguno, gracias mamá, te quiero.

Ahora sentada escribiendo y pensando en este panorama que os acabo de contar me empieza a doler la espalda y recuerdo mi mala postura, pero también me atormentan los mal llamados negritos del África con tripitas hinchadas y moscas en los ojos y no se me pasa el dolor pero me da un buen motivo para no corregir la postura y seguir torturando mi espalda manteniendo esos aires de me hundo en la miseria de los demás porque la mía pesa pero la del mundo me la cargo a los hombros yo solita también. 

Con ese malestar en el cuerpo producido por el recuerdo del subconsciente del anuncio de la ONG de turno miro el Whatsapp para distraerme y me encuentro con una amiga de la infancia preguntándome que tal la vida y yo le digo que fatal porque tengo 6 trabajos y 5 exámenes repartidos en 18 días y claro estoy estresada por los niños desnutridos y ya que estamos por los políticos, que no nos representan. A todo esto mi amiga me responde de inmediato "tranquila tía, el sábado quedamos por la noche y salimos a tomar algo y a bailar y ya verás que se te van los males" yo apago el móvil y empeoro mi postura, si es que se puede.

Oh, ahora al problema de la pobreza infantil y a la crisis política y económica añádele la social, pero no la social de la sociedad en general, de la mía, la particular. No tengo ningún mal que quiera que se me vaya y en caso de tenerlo, no me vas a ayudar sacándome de noche a beber alcohol y bailar en cualquier plaza, bar, pub, disco... No querida, no. Que dramas y encima me echo a llorar, ¿Qué por qué? Porque sí, porque me ha dado por ahí y no hay explicación alguna y si me me intentas entender igual lloro más fuerte para espantarte.

Lloro. Bocanada de aire. Lleno los pulmones y retengo el aire. Retengo el aire. Retengo. Respiro. No lloro. Me arden las mejillas. Pienso... ¿Qué estoy haciendo?

Y así es como llego al punto existencial de que en esta vida algo falla y resulta que no soy yo.
Que en abril voy en tirantes porque no hay lluvias por la noche ni rocío por las mañanas, hace calor de verano. El 14 es el día de la república más aclamada que el día de la constitución y peor aún, que el día internacional del beso. Que para que todo vaya bien lo mejor es salir bien arreglado de casa por la noche a beber y bailar. Si estás enferma o indispuesto en cualquier sentido la vida continua y no nos alivia el saberlo porque no continua para bien, sino para mal, con obligaciones y con suspiros de agotamiento, con alarmas a las 6 de la mañana y con náuseas por los nervios. Las tardes de relax acaban en lágrimas sin sentido y las feministas se confunden con feminazis y el feminismo con hembrismo. 

Que no nos damos cuenta que la hora de nuestra muerte la escogemos nosotros, somos nosotros quienes ponemos fin a nuestra vida, cuando dejamos que nos arrastre todo, el agobio, el estrés y la vida que no hemos escogido porque así es como suceden las cosas, una detrás de otra y sin parar de mirarnos a los ojos, los unos a los otros nos preguntamos en que clase de mundo vivimos que podemos caminar en realidad virtual y el cáncer está a la orden del día. Que el Canadá hay suicidios masivos todos los días y en Japón y en China y en Perú... 

Dejo el teclado, respiro. Me duelen las manos. Me toco el pelo. Lo llevo sucio. Toca lavárselo y a lo mejor me hago un baño de espuma. Dejo de escribir definitivamente en mi mente. Aflojo los hombros, suelto la cuerda, es abril y creo que al final si que me he liado mucho.

Me despido, 

Kiissy.




1 comentario:

  1. ¡Holaa! ¿Cómo vas?

    Me ha gustad bastante lo que has escrito, sobre todo porque representa situaciones de varias personas en momentos dados. Opino que estos momentos en donde sientes que en tus hombros hay mucho peso son muy necesarios para la vida misma, porque alivian tensiones y nos hace darnos cuenta que tal vez necesitemos ayuda. Pero nada que no se solucione con optimismo y a aprender a caminar paso a paso hasta llegar a aquellos momentos de felicidad que tanto deseamos.

    ¡Abrazos y besos!
    Y por cierto, sólo si deseas, ya sabes que te estaré esperando en Más que solo libros ❤

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