No hubieron ovaciones ni gritos de euforia. Tampoco un estallido de aplausos, apenas distinguía el sonido de unas pocas palmas en automático que aplaudían, lo hacían porque es lo que toca cuando uno de los corredores pasa la meta y yo la acababa de pasar.
Con el estómago como una bomba de relojería sin oxígeno y un exceso de munición.
Con los pulmones asustados.
Con el pelo enredado.
Sudando.
No era capaz de sentirme viva, ni siquiera con el latido del corazón retumbándome en los oídos.
Así es como decidí dejarlo todo, como las excusas se hicieron realidades, como la montaña se volvió cuesta abajo, sin frenos y nada ni nadie me iba a esperar abajo... Y eso deseaba, porque si alguien intentaba recogerme, le arrollaría hacia delante y así, entre unos pocos aplausos en automático, avancé más allá de la línea de meta, me alejé dónde nadie pudiera verme y desaparecí para siempre, como uno de esos casos de misterios sin resolver que echan en la tele, allá sobre las 3.00 am.
sábado, 31 de agosto de 2019
lunes, 19 de agosto de 2019
verí
El verí del ventre de ma mare que va ferme dona en un mòn d'homes.
Trenca en sutiletza les llavors i arrels per les que el cor bateja día i nit sense voler.
En la foscor de la nit me sents cridar-le a la lluna "vine i acaba en aquest dolor, que la pluja m`ha trencat l'ànima i no puc fer res per a llevarme els mal somnis"
No vaig trobar llum a l'altre costat, ni una veu ni senyal, però les ferides van deixar un riu vermell a canvi de neu a les meues galtes i vaig saber que l'acabar estiguí prop.
Trenca en sutiletza les llavors i arrels per les que el cor bateja día i nit sense voler.
En la foscor de la nit me sents cridar-le a la lluna "vine i acaba en aquest dolor, que la pluja m`ha trencat l'ànima i no puc fer res per a llevarme els mal somnis"
No vaig trobar llum a l'altre costat, ni una veu ni senyal, però les ferides van deixar un riu vermell a canvi de neu a les meues galtes i vaig saber que l'acabar estiguí prop.
Mi fuga
Me moría. Eso lo tenía clarísimo, aunque siempre sentía que me moría a la mínima que pillaba un resfriado cuando era niña, que me subía la fiebre o vomitaba. Ahí, con las arcadas del típico virus de tripa, es cuando peor lo pasaba.
La diferencia de ese momento eran las ganas de vivir, en ese instante no tenía muchas, la verdad es que me daba igual lo que pasara conmigo, porque fuera lo que fuese lo que tenía era algo superior a mí y yo no podía decir o decidir nada al respecto.
Valky, estabas ahí. A mi lado, junto a mi cama de hospital. Con lo poco que nos gusta el olor a hospital y ahí estábamos, yo porque estaba a punto de entrar en coma y tú porque lo das todo por mí. Siempre.
-Si oigo algo, cuando me duerma, quiero que sea tu voz.
-¿Y qué te digo?
-Cuéntame como en un cuento, nuestros paseos por el monte, las barbacoas, las fotos y videos, los olores a naturaleza y los franceses turistas.
Me miraste raro, como si fuera lo último que te fuera a decir y nada te fuera a ser suficiente.
Me preocupaba encontrarte en una cama de hospital a ti al despertar, porque te hubiera entrado un mal de verme tan crítica.
Me preocupaba si olía muy mal, con tanto medicamento, sudor y el estómago tan vacío, que bastante había ya con el tufo a hospital.
Me daba mucho miedo entrar en coma, perderme en la nada y no sintonizar con tu voz. Porque lo imaginaba así, como una de esas radios viejas a las que les tienes que dar muchas vueltas para pillar la emisora y sobre todo mucha paciencia para que capten la señal.
Y con la primera tarde en Erlaitz como primer e irrevocable salvoconducto, recuerdo decirte: "tu voz es mi plan de fuga, así que describe con todo detalle el monte para que vuelva a sentir y despertar".
Asentiste sin más y antes de cerrar los ojos me asusté con la duda de si te obsesionarías tanto hablándome sin parar que te quedarías sin voz... porque ya sabes que te cuesta eso de hidratarte y cuidarte la garganta.
Pero esos detalles, tenía que dejarlos en tu buen juicio, porque yo ya estaba con las ruinas a mi espalda y el perfil del gigante delante de mi, sentada en esa hierba, sin frío ni calor, con tu imagen presente, iba a esperar a que me contaras todos esos recuerdos para ver si me daban ganas de volver y crear más.
La diferencia de ese momento eran las ganas de vivir, en ese instante no tenía muchas, la verdad es que me daba igual lo que pasara conmigo, porque fuera lo que fuese lo que tenía era algo superior a mí y yo no podía decir o decidir nada al respecto.
Valky, estabas ahí. A mi lado, junto a mi cama de hospital. Con lo poco que nos gusta el olor a hospital y ahí estábamos, yo porque estaba a punto de entrar en coma y tú porque lo das todo por mí. Siempre.
-Si oigo algo, cuando me duerma, quiero que sea tu voz.
-¿Y qué te digo?
-Cuéntame como en un cuento, nuestros paseos por el monte, las barbacoas, las fotos y videos, los olores a naturaleza y los franceses turistas.
Me miraste raro, como si fuera lo último que te fuera a decir y nada te fuera a ser suficiente.
Me preocupaba encontrarte en una cama de hospital a ti al despertar, porque te hubiera entrado un mal de verme tan crítica.
Me preocupaba si olía muy mal, con tanto medicamento, sudor y el estómago tan vacío, que bastante había ya con el tufo a hospital.
Me daba mucho miedo entrar en coma, perderme en la nada y no sintonizar con tu voz. Porque lo imaginaba así, como una de esas radios viejas a las que les tienes que dar muchas vueltas para pillar la emisora y sobre todo mucha paciencia para que capten la señal.
Y con la primera tarde en Erlaitz como primer e irrevocable salvoconducto, recuerdo decirte: "tu voz es mi plan de fuga, así que describe con todo detalle el monte para que vuelva a sentir y despertar".
Asentiste sin más y antes de cerrar los ojos me asusté con la duda de si te obsesionarías tanto hablándome sin parar que te quedarías sin voz... porque ya sabes que te cuesta eso de hidratarte y cuidarte la garganta.
Pero esos detalles, tenía que dejarlos en tu buen juicio, porque yo ya estaba con las ruinas a mi espalda y el perfil del gigante delante de mi, sentada en esa hierba, sin frío ni calor, con tu imagen presente, iba a esperar a que me contaras todos esos recuerdos para ver si me daban ganas de volver y crear más.
martes, 13 de agosto de 2019
Una llamada de Valencia
"Recibió una llamada de Valencia y te puedes imaginar su cara cuando le dijeron..."
¿Cuál pensáis que es el final de esa frase?
Para Rose estaba tan poco claro como para vosotros. Bajó las escaleras despeinada, sintiendo la casa rara, un ambiente tenso que venía de la cocina. Sentía que se había despertado varias veces durante la noche, por ruidos en el piso de abajo y algún que otro llanto que atribuyó a los sueños tan movidos que tenía últimamente.
Aferrada a su taza de café en la esquina del sofá empezó a ver la televisión, tranquila, esperando a que el día no fuera tan turbulento como había augurado al principio, pero Rose tenía muy buena intuición, nunca fallaba y esa vez no iba a ser diferente. Eso de que el día discurriera tranquilo eran más sus ganas que la realidad.
Ese día iba a cambiar el transcurso de todo lo que conocía hasta la fecha. Su relación, sus amistades, su familia, su casa...
Su padre entró al salón, como si lo supiera todo, como un chulo, fuerte, como si tuviera que ejercer la labor más importante de su vida y detrás ,como un lince herido que sabe que es el último de su manada, con las orejas gachas detrás de él, la madre de Rose.
El hombre cogió una de las sillas de la estancia y se sentó cara a cara ante una cría abrazada a su café que aún humeaba, signo de que era demasiado pronto esa mañana para pasar a una acción tan abrumadora como la que estaba aconteciendo.
Porque el final de esa frase estaba cargado de miedo, duda, decepción... Y es que el padre acabó la frase tal que así:
"... Eres escritora, nos han dicho que te han encontrado en internet, escribiendo... ¿A eso te quieres dedicar toda tu vida? ¿Con esas historias fantásticas quieres que te conozcan?"
"Sí, ¿qué tiene de malo?" Respondió Rose con un nudo en el estómago.
Ese fue el inicio de todo, el final se resume en que todos los actos tienen consecuencias. Adivinen ustedes a quién le tocó pagar las malas.
¿Cuál pensáis que es el final de esa frase?
Para Rose estaba tan poco claro como para vosotros. Bajó las escaleras despeinada, sintiendo la casa rara, un ambiente tenso que venía de la cocina. Sentía que se había despertado varias veces durante la noche, por ruidos en el piso de abajo y algún que otro llanto que atribuyó a los sueños tan movidos que tenía últimamente.
Aferrada a su taza de café en la esquina del sofá empezó a ver la televisión, tranquila, esperando a que el día no fuera tan turbulento como había augurado al principio, pero Rose tenía muy buena intuición, nunca fallaba y esa vez no iba a ser diferente. Eso de que el día discurriera tranquilo eran más sus ganas que la realidad.
Ese día iba a cambiar el transcurso de todo lo que conocía hasta la fecha. Su relación, sus amistades, su familia, su casa...
Su padre entró al salón, como si lo supiera todo, como un chulo, fuerte, como si tuviera que ejercer la labor más importante de su vida y detrás ,como un lince herido que sabe que es el último de su manada, con las orejas gachas detrás de él, la madre de Rose.
El hombre cogió una de las sillas de la estancia y se sentó cara a cara ante una cría abrazada a su café que aún humeaba, signo de que era demasiado pronto esa mañana para pasar a una acción tan abrumadora como la que estaba aconteciendo.
Porque el final de esa frase estaba cargado de miedo, duda, decepción... Y es que el padre acabó la frase tal que así:
"... Eres escritora, nos han dicho que te han encontrado en internet, escribiendo... ¿A eso te quieres dedicar toda tu vida? ¿Con esas historias fantásticas quieres que te conozcan?"
"Sí, ¿qué tiene de malo?" Respondió Rose con un nudo en el estómago.
Ese fue el inicio de todo, el final se resume en que todos los actos tienen consecuencias. Adivinen ustedes a quién le tocó pagar las malas.
Con el amor no vale
Con el amor no vale si falta ilusión. Y a ti te falta eso, te falta el mito, ese que se te cae cuando conoces de verdad a ese amor.
Que mientras ese amor cambia tú sufres su duelo. Y ese duelo, es ese mito que se te ha caído, ese mito que pensabas que con 15 años hubiera sido capaz de batallar más guerras de lo que ya hacía.
Que mientras ese amor brilla hacia dentro, tú intentas cubrirlo con una llama a la que ya no le queda fuego.
Porque tus frustraciones y decepciones, los proyectas en ese amor, en ese mito que se te cae cuando lo conoces de verdad.
Porque no es tanto ni para tanto.
Porque siempre ha elegido sus "batallas" antes de ti y no por gusto, sino porque las metas eran más importantes que esos pequeños obstáculos.
Y no eres capaz de ver que eres la primera guerra que lidera bajo una bandera en la que cree y no solo por sobrevivir...
Para que le vayas diciendo, "que decepción, hace años, no lo hubieras luchado así".
Sin ser culpa de nadie, resumiéndose a unos demasiado cegados y a ti viendo demasiado lejos.
Pero si tu amor siente constantemente que lo hace todo mal y mancillas un pasado que considera victorioso, no tendrás que preocuparte por levantar tu mito caído, porque se irá dónde las expectativas no le coman.
Porque no será ese mito que tu necesitas aunque sea el amor que mereces.
Pero ya se sabe que la expectativa puede al sentimiento.
Recuerda que probablemente, desde que te eligió, ha dejado de ser para ti y para los que siempre le han apoyado y querido, ese mito del que hablas. Porque para elegirte a ti, para estar contigo, ese amor tuyo se ha decepcionado a si mismo. Y ahora, en su inseguridad, desde tu frustración, le dices que no hubiera sido tanto como esperabas. Que mejor dejéis de hablar del tema no sea que te duela más.
Tú tampoco eres su mito, tú se lo has destrozado todo. Cuando te respondía que no a tu constante pregunta: ¿Te estoy jodiendo la vida? Probablemente, respondiendo con el sentimiento que tenía en ese momento, estaba mintiendo...
Pero la lealtad era mucho mayor y lo que se empieza, se acaba.
Hay días de odio y lunas llenas de páginas en blanco. Hoy puede ser una nueva página en blanco en la que no estés tu, ahí tendrías el derecho a llamarle mito caído, pero creo que tienes suerte, tu mito caído sigue aquí y seguirá ahí.
Condenas enmarcadas en márgenes vacíos. Un claro final para una mente despejada.
Que mientras ese amor cambia tú sufres su duelo. Y ese duelo, es ese mito que se te ha caído, ese mito que pensabas que con 15 años hubiera sido capaz de batallar más guerras de lo que ya hacía.
Que mientras ese amor brilla hacia dentro, tú intentas cubrirlo con una llama a la que ya no le queda fuego.
Porque tus frustraciones y decepciones, los proyectas en ese amor, en ese mito que se te cae cuando lo conoces de verdad.
Porque no es tanto ni para tanto.
Porque siempre ha elegido sus "batallas" antes de ti y no por gusto, sino porque las metas eran más importantes que esos pequeños obstáculos.
Y no eres capaz de ver que eres la primera guerra que lidera bajo una bandera en la que cree y no solo por sobrevivir...
Para que le vayas diciendo, "que decepción, hace años, no lo hubieras luchado así".
Sin ser culpa de nadie, resumiéndose a unos demasiado cegados y a ti viendo demasiado lejos.
Pero si tu amor siente constantemente que lo hace todo mal y mancillas un pasado que considera victorioso, no tendrás que preocuparte por levantar tu mito caído, porque se irá dónde las expectativas no le coman.
Porque no será ese mito que tu necesitas aunque sea el amor que mereces.
Pero ya se sabe que la expectativa puede al sentimiento.
Recuerda que probablemente, desde que te eligió, ha dejado de ser para ti y para los que siempre le han apoyado y querido, ese mito del que hablas. Porque para elegirte a ti, para estar contigo, ese amor tuyo se ha decepcionado a si mismo. Y ahora, en su inseguridad, desde tu frustración, le dices que no hubiera sido tanto como esperabas. Que mejor dejéis de hablar del tema no sea que te duela más.
Tú tampoco eres su mito, tú se lo has destrozado todo. Cuando te respondía que no a tu constante pregunta: ¿Te estoy jodiendo la vida? Probablemente, respondiendo con el sentimiento que tenía en ese momento, estaba mintiendo...
Pero la lealtad era mucho mayor y lo que se empieza, se acaba.
Hay días de odio y lunas llenas de páginas en blanco. Hoy puede ser una nueva página en blanco en la que no estés tu, ahí tendrías el derecho a llamarle mito caído, pero creo que tienes suerte, tu mito caído sigue aquí y seguirá ahí.
Condenas enmarcadas en márgenes vacíos. Un claro final para una mente despejada.
martes, 6 de agosto de 2019
Cambiar i
Imagina transformarte en lo que le hace daño a quien más te importa en el mundo.
Debe ser duro cambiar sin querer.
Tener el timón de tu vida por norma y no por ley. Porque las normas se imponen y las leyes se rompen y así navegamos por mares en calma con el mismo destino.
Que a La Parca la vistan de blanco o de negro nunca le ha importado, porque sabe que lo único inmutable es el cambio constante, que no llora el débil sino el fuerte y que solo se transforma en lo que no quiere aquel que ha dejado de importarle lo que le hace ser valiente.
Debe ser duro cambiar sin querer.
Tener el timón de tu vida por norma y no por ley. Porque las normas se imponen y las leyes se rompen y así navegamos por mares en calma con el mismo destino.
Que a La Parca la vistan de blanco o de negro nunca le ha importado, porque sabe que lo único inmutable es el cambio constante, que no llora el débil sino el fuerte y que solo se transforma en lo que no quiere aquel que ha dejado de importarle lo que le hace ser valiente.
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