La noche se me antojaba eterna ese día, a solas mi desvelo,
las sabanas y el silencio de las calles se combinaban en una extraña mezcla que
daba más que alas a mi imaginación.
Como todo autor aficionado luche por conciliar el sueño con
un libro. La elección de ese libro debía de tomarla con cautela pues si era
demasiado interesante tal vez mi cerebro no quisiese dormir sin haber llegado
hasta el último epílogo de la secuela, pero si era demasiado aburrido no
conseguiría relajarme por el enfado de haber elegido semejante truño y el caer
en los brazos de Morfeo se harían incluso más inalcanzable de lo que ya parecía.
Efectivamente esa noche tuve la desgracia, o tal vez, la
bendición, de escoger la segunda opción. No fueron “Los pilares de la tierra” o “El
caballero de la armadura oxidada” y por respeto al autor no nombraré el
título de tal aberración literaria, pero puedo deciros que es considerado un
“clásico” de nuestra época mucho mayor que esos dos ejemplares. Y bueno,
llegando al kit de la cuestión mi decepción, enfado y desvelo incremento de una
forma exagerada y directamente proporcional así que solo encontré consuelo en
las palabras.
Desahogarse no sería un termino apropiado pues yo no estaba
“Ahogada”, yo solo quería estamparle el libro al sucio culo de un rinoceronte y
dejarlo ahí entre moscas, culos y demás inmundicias de este mundo.
Así que cogí papel y un bolígrafo para reclamar la
devolución de mi tiempo perdido, la de mi suerte que, claramente brilla por su
ausencia pues si la tuviese ya hubiese publicado algo, habría enriquecido mi
historial con la friolera de poder colgarme el título de escritora y conseguir
el sueño de mi vida… Entre otras coas y, por supuesto, la devolución del libro.
Empecé a escribir, siempre tan preocupada al principio de
una hoja en blanco de cuidar la caligrafía al detalle pues pienso que ahora que
todo está tan digitalizado, los documentos escritos en papel se conservarán por
el gobierno como un pirata su tesoro… Y lo que es más preocupante aun,
cualquiera los podrá leer.
Se que es una creencia estúpida pues todos sabemos que el
único papel que le interesa al gobierno es el que pesa en el bolsillo junto con
la calderilla de la cartera, pero eh, no me juzguéis que aún me faltan unos
meses para la mayoría de edad y hasta entonces, según dicen, no tengo ni idea
de lo que hablo.
Escribí y escribí hasta que el bolígrafo se quedó sin tinta
y mis pensamientos volaron mucho más lejos de lo que el papel y la tinta les
permitían, sentí sin venir a cuento el tacto de los pétalos suaves de las
flores en primavera y cambié el tema de mi noche en vela por las maravillosas
sensaciones que provienen de la naturaleza.
Podría decirse que descorche la botella de cava tras
agitarla y todo salió disparado sin control pues después de la naturaleza vino
la ropa, de todos los tiempos, texturas y colores, luego las ciudades que todo
catálogo de vacaciones con un poco de dignidad tiene como París con sus luces o
Milán con sus tiendas y barullo ensordecedor…
No sabía como plasmar todo eso en palabras, en un simple
papel y con un bolígrafo sin tinta… Pero como realmente estaba decidida a
conseguirlo dejé de calentarme la cabeza y busqué un boli nuevo, más papel y
dejé de pensar, solo empecé a apuntar como en un relato de narrador omnisciente
y en primera persona las maravillosas aventuras que sueño despierta, el mundo
mágico que esconde la noche entre sus estrellas tras la oscuridad que parece
abrumar al mundo entero hasta el amanecer…
Por supuesto no todo es tan bonito como lo pinto pues entre
verso poético y cántico de ensueño, mi subconsciente hacía fuerza por sacar de
mi los párrafos más estrepitosos y desentonantes que jamás nadie se hubiese
atrevido a escribir…
Pero bueno, es lo que pasa por dar rienda suelta a tu yo
interior, que se cachondea de ti hasta en la soledad de la inspiración.
Porque si, por mucho que digan que cada artista tiene en sus
momentos de inspiración a su musa al lado, en la verdadera inspiración estás
solo tu y tu talento y entonces ocurre la magia todo se desenvuelve como un
caramelo mentolado y desprende su aroma y sabor por la boca de todo aquel que
lo contemple…
Eso si, cuidado con tu don, sobretodo, si puede ser leído,
pues no todos te entienden igual que tu mismo y transformarán el talento en
indignación, la indignación en injusticia y está rebotará con una fuerza enorme
que caerá sobre el pobre incauto y desprevenido autor que haya pasado por alto
una norma de gran plumón y es que a la noche se lo puedes contar todo pero al
mundo despierto mejor no dar ningún dato.
By: Kiissy