Hoy te hablo de preparar café por primera vez en una cafetera de las buenas, de esas que hace unos años salían en la tele.
Todo te sabe a cafetería de lujo en tu propia casa gracias a las capsulitas hiper caras. Desde el capuccino hasta el expresso italiano, todo bueno.
Qué locura.
Mientras me tomo un café de esos pienso en el sexo y la sexualidad como productos culturales en su evolución histórica y en cómo la sociedad ha decidido generar y derrocar tabúes a sus anchas entorno a esto.
Qué locura, otra vez.
Es lo que tienen los cafés tan exquisitos, que te llevan a sitios de los que es complicado salir sin mojar.
Ya sabes que el café es una analogía del sexo según Bosé ¿no? Bueno, sigamos.
Creo que la sexualidad está en peligro inminente.
Desde el boom de la mujer hipersexualizada se ha ido bajando la intensidad sexual femenina.
Ese boom ayudó en su momento a que a las mujeres se nos considerase una parte activa en las relaciones sexuales.
También se nos reconoció el derecho de sentir placer (porque sí, alguien, en algún momento, decidió quitarnos el derecho y luego tuvimos que reconquistarlo).
Pero bajo un pretexto feminista y necesario, la sexualización y, por qué no decirlo, la codificación femenina, ha bajado hasta el punto de que ver un videoclip de Jennifer López de 2012 me escandalice de culpabilidad y pena por las mujeres que salen ahí.