Vamos a permitirle salir, hagamos que salga, que se conecten todos los pensamientos con los sentimientos.
Que se cruja la madera bajo nuestros pies y que eso no necesariamente signifique que el suelo ceda y caigamos con él.
Vamos a descansar. Soltemos la cuerda, que se ceda el control que se vaya la marea y no vuelva.
¿Acaso ya importa? Permítele ser ¿Qué más da quién se aleje porque salga él?