Existió una primera chica cuyos ojos eran del color del universo con cada una de sus estrellas y galaxias, su cabello eran apenas hebras de granos de sal que nacían en su piel escrita a sangre por la vida misma.
Camina sola y eso le basta para olvidar como respirar, sonreír, vivir... Porque ciertamente ella nunca ha respirado, sonreído o vivido. Entonces sería lógico pensar que sus dulces lágrimas no son más que reflejos borrosos por el licor del profundo océano.
Pero recuerdos de amor escapan a su entender, nunca amó ni fue amada pero sufre por ello tan profundamente que los desgarros del corazón brotan hacia fuera destrozando las delicadas líneas escritas en ella y creando cicatrices que marcan los puntos a las oraciones del alma... Pero a pesar de no ponen los límites al propio ser si este no lo permite.
La locura desvanece su mirada, que se torna con el paso del tiempo en dos agujeros negros conmovidos por el sol que abrasa sus hebras de pelo y las mezcla con las lágrimas que se tornan saladas y agravan las cicatrices.
Así, poco a poco, la chica se torna en mujer y de ella descendemos todas.
By: Kiissy
martes, 25 de junio de 2013
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