No hay mejor sentir que ese que te llena el pecho. Repleto de grandes esperanzas, hinchado de tus dedos, de tu sonrisa... Y es que esa maldita me ocupa media vida.
Entonces, me rocé con el límite, que es cortante y palpita. 1 y 100 veces me convencí de que la magia que teníamos era para siempre.
En ese momento descubrí, después de remar 1 y 100 millas con heridas en sal, que no hay nada mejor que sentir esa libertad al recordar, después de que te fueras, que la magia seguía en mí, sin ti.
miércoles, 28 de marzo de 2018
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