Momentos… Eran todo gotas de felicidad.
Eran suspiros de alivio entre una tempestad de emociones,
por momentos podía sentir un beso si fotografiaba a unos novios
en el reportaje de su boda, me gustaba adivinar las miradas, sentir su energía.
Igual pasaba con las plantas, las flores su propósito, sentirme diosa y esclava,
de las limitaciones físicas y de encuadrar a libre albedrío la propia sentencia de
muerte de unos cuantos planos.
El lavadero de Cerezuela, qué pueblo más simpático.
Qué cantidad de fantasmas se me aparecieron mientras lo inmortalizaba.
Por supuesto me refiero a los fantasmas del pasado, no de los que hacen "bú"
y van con sábanas blancas y cadenas.
-Perdona, ¿eres Emma?
-Sí, hola.- Qué mal llevo que me saquen de mis ensoñaciones.
-El comandante nos avisó de que venías. Te llevaré a dónde haremos la sesión.
Tras una breve pausa añadió con un atisbo de inseguridad ¿Me acompañas? - Sé
que se odiaba a sí misma por dejar ver esa inseguridad, pero no entendía por qué
yo seguía agachada frente a un puñado de hojas secas. Sé leer ese rostro y me
cae muy bien la gente que se deja leer.
-Sí, en seguida- Cambié mi rostro y puse la sonrisa más amable y menos de loca
que me permitió el desconcierto del momento. Ahí fue cuando reparé en ella.
Quiero decir, ya sabía que estaba ahí, pero la vi, lo vi. Esa chica tenía algo, tenía
que sacarle una foto, necesitaba estar en una pelea entre mi objetivo y su mirada.
Necesitaba sacarla orgullosa de esa inseguridad, derrochando valentía, eso es lo
que va con ella.
Seguí sus pasos a una distancia corta muy molesta que se interponía entre
mi mente
y el resultado mientras elocubraba cómo captar en una fotografía una forma
de caminar.
Iba a ser un día muy largo.