martes, 2 de mayo de 2017

La cuerda, la verja

Por cielo, tierra y mar, me atormentas, me persigues y un nudo tras otro ensangrientas mis manos con tu cuerda. Es que pesa. Por contrapeso y aligerar vienen las arcadas.  Podrían estar llenas de oro y plata, tener diademas y tiaras de rubíes pero no hay ni hojalata.

Y todo por no acabar tus suspiros de carcajadas en llantos, porque después de la tormenta llega la calma, porque el oro se funde pero tú te quemas. Tus dientes, tu cuello y la cuerda.

El odio toma forma y surca los cielos recorre las tierras y zarpa aunque no sea mar abierto, aunque no sea ante mi mirada.


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