miércoles, 27 de noviembre de 2019

Mi verdad

Hoy he encontrado mi verdad.

Quiero viajar, pero viajar bien y una vez al año como mucho, que en casa se está muy bien.

Quiero estar bien con mis padres.

Quiero pasar las navidades sola con mi perro y mi pareja, pero también con mi madre, mi tío y mi prima.

Quiero poder quedarme embarazada, de forma natural, pero decidir en función de la vida que tenga si tener hijos o no.

Quiero descansar bien por la noche y despertarme tranquila.

Quiero relajarme pero también estrés del bueno, del que acelera el pulso y te hace sentir viva.

Quiero acostarme tarde cuando me apetezca y pasear de noche sin miedo... Pero como el mundo está muy loco, quiero un jardín enorme en el que perderme a la hora que quiera.

Mi verdad a lo mejor se parece a la tuya, pero yo quiero ir siempre con mi rosa, con mi ángel, mi madre y mis hadas allá a donde vaya.

¿Y tu verdad?


lunes, 25 de noviembre de 2019

Ya fue

Pausé la vida por la monotonía, así que pausé la monotonía para poder vivirla.

Me deprimí con los amaneceres que carecían de rutina.

Me aferré a una llama de dinamita con pétalos y espinas. Me dejaba respirar mientras me lapidaba.

Me ahogué llorando por los males que traía mientras seguía demonizando aquella monotonía.

Podía volver a ella, solo tenía que romperla a ella, pero llevaba tanto dolor, que nada podía hacerme bien.

Seguí aguantando y me seduje por orgullo, siempre me decía "aguanta, no seas cobarde, no hagas daño".

Pero yo quería ponerme triste, quería dejar toda esa locura y quería mi monotonía ahora que había aprendido a vivirla. Quería que doliera una última vez para poder sanar del todo.

"Ponte a salvo, estás a tiempo", pero no sabía qué es lo que quería, ni tenía una meta fija.

Las cosas me daban vueltas y con las vueltas me mareaba así que volvía a aferrarme una y otra vez a mi llama de dinamita, la de pétalos y espinas. 

Cada vez quemaba y dolía menos y eso me hacía seguir aguantando pero el futuro se veía negro y el presente, con monotonía y depresión.

¿Qué hacer cuando puedo volver a lo de antes y ser aparentemente más feliz?



sábado, 23 de noviembre de 2019

El libro de religión

Mi libro de religión era muy fino y a todo color. Teníamos clase de religión los viernes, porque era una hora en la que quién no quería, no tenía por qué prestar atención. En otras palabras, era una clase en la que nadie se esforzaba, para cuando estabas cansado iba de lujo.

En uno de los temas, al inicio de curso, vi una tira de viñetas que me llamó mucho la atención. El profesor no pretendía leer esas páginas y siguió dando temario, pero yo me quedé ahí, absorta en esas viñetas a pie de página. 

En ellas se veía como una mujer iba pasando de etapa en etapa a lo largo de su vida. 

Primero se veía como, a trazo fino, una niña se disfrazaba fingiendo ser una princesa, en la siguiente se veía a una adolescente gótica, en otra seguía siendo la misma joven pero con aires de metalera, y en último lugar, en su adolescencia, hasta intentó ser hippie. 

Probó también a ser monja cuando empezó su edad adulta, tras dejar la universidad, pero se arrepintió y se hizo jardinera, luego se casó y tuvo hijos... 

La finalidad era explicar que, a pesar de que la vida funciona a base de prueba y error, la gente cambia, pero no por ello deberían cambiar sus valores o moral. 

La protagonista de las viñetas nos quería enseñar que la religión siempre está con nosotros en cualquier etapa, pero yo lo llevé a mi terreno, a mis valores, a lo que quería para mi en el futuro...

Me quedé pensando emocionada, mientras notaba un magnífico cosquilleo por mi columna, qué es lo que sería de mi vida cuando saliera de esa rutina en el colegio.

Bueno, a día de hoy, esa tira sigue siendo uno de mis pilares para recordarme a mí misma, que todo cambia, todo pasa, todo se intenta y si todo falla, se intenta otra vez. Y sí, la fe sigue ahí, como le pasó a la de las viñetas, aunque no sea al catolicismo. 

Las clases de religión y en concreto, ese libro, me enseñaron más que un adoctrinamiento ideológico católico. Soy tolerante ante todas las religiones e ideologías que no atentan contra la libertad de un ser humano y aprendí cultura, algo que escasea mucho hoy en día.

No es el qué le dan a la persona, sino qué hace la persona con lo que le dan. 

Todo iría mejor si dejáramos de culpar a una asignatura del odio que nace en los medios de comunicación y en las casas.



miércoles, 20 de noviembre de 2019

A escondidas

Escribo a escondidas, con los gritos en el piso de abajo y con el eco en mi cabeza.

Escribo a escondidas y a solas, como todo lo que se escribe.

Escribo sin aire cálido y sin buena imagen.

Pero estoy escribiendo y eso es lo que importa. 

En esta franja de tiempo y entre cuatro paredes, sin color ni presión, escribo para no olvidarme de como se sienten mis pensamientos sobre las teclas. 

Son fríos y caen con todo su peso sobre el teclado. Así escribo. Así escribimos todos los que lo hacemos, independientemente de que sentimiento ocultemos. 

Todos nosotros escribimos a escondidas, a solas, con frío y sin buena imagen. Pero escribimos, que es lo que importa.



domingo, 17 de noviembre de 2019

Los inicios Capítulo 1

Corté por lo sano haciendo lo correcto aunque parecía que fuera lo más despiadado y liberador del mundo. Como todo acto consciente de rebeldía. 

Así acabó una historia y empezó la otra porque así es la vida, no te pregunta si quieres pasar pagina, te arranca los capítulos del corazón y de las lágrimas que lloras saca la tinta para escribir el siguiente. 

Los días se hicieron más indecisos y vacíos. Con una total carencia de sentido y aún retumbando los aires de libertarismo en mis espaldas como en un eco de venganza, caí en depresión. 

Fui a confiarle mis miedos a un profesor que vivía casi puerta con puerta de mi antigua casa, pero para guardar los formalismos protocolarios que me había pasado toda una vida admirando, le mandé un correo pidiendo una tutoría de consolación y él, como si fuera el teléfono de la esperanza me recibió con la puerta del despacho abierta y con un vasito de café sucio en la mesa. Era pronto hasta para él. 

Fue un buen intento de mejora, pero mi mente, que no había descansado ni dos minutos de rumiar lo que no debía desde hacía más de 3 meses, desahució la idea de recomponerse en cuanto se sentó frente a ese vasito de máquina vacío. 

No fue por falta de ganas sino de recursos. “Igual tú lo que necesitas es abrirte una floristería y hacer actos de caridad, porque eres muy humana, aunque solo he sido tu profe un año y no te conozco mucho”. A pesar de las trampas de mi mente me aferré a eso con uñas y dientes. La floristería y mi humanidad.

El agotamiento cambió el rumbo pero no de cama. Yo seguía hastiada y cada vez la vida me ponía más realidades en frente de las narices y mi cabeza los convertía en monstruos horribles e invencibles.

 La única solución era pasar de la rebeldía a la revolución. 

Así que intenté alcanzar todo lo que tan atrás me quedaba ya: esos amigos del colegio; los hobbies que me mantenían ocupada; las ilusiones de niña...  Traté de compaginarlo, con muy poco éxito, con la persona en la que me había convertido dentro y fuera de esa burbuja de frustración, ira, desesperación, baja autoestima y tristeza. 

Hice mil esquemas, dibujos y textos. Plasmé con líneas y puntos dónde estaba y a dónde quería llegar. Pero todo era hipotético porque, los hechos objetivos no me definían dentro de esa burbuja. Es decir, un título universitario y unos cuantos niveles de idiomas, un DNI o cuatro pasatiempos eran incapaces de representarme. 

Así que cuantos más esquemas hacía más me daba cuenta de que no sabía dónde estaba ni tenía ganas de llegar a ningún lugar.

Además, el hecho de lidiar con la rebeldía y la revolución estaba haciendo más mella en mí de lo que mi mente era capaz de soportar. Ni mi mente, ni la convivencia en mi casa con mis padres.

 Así, retomé más sincera que nunca la escritura y mi vida. 

En casa propuse abrirme una floristería. Mucha gente cercana a la familia se estaba muriendo y me pareció buen momento para sacar la idea a coalición. En los funerales siempre hay flores y además, mi padre, en un acto de desesperación por soportarse a sí mismo y a su hija desviada empezó a comprar un par de rosas periódicamente como remedio chamánico. 

A lo de la floristería me respondieron con una negativa porque ahí la competencia era muy dura y casi todas las floristerías quebraban. 

También propuse ser profesora de clases particulares, pero mi madre dijo que eso no era algo serio y que no estaba yo para aguantar a niños rebeldes y que los padres me culparan de sus suspensos. 

Quise irme al extranjero a un intercambio para mejorar mi inglés, pero es que eso no lo veían de provecho y “gastar por gastar es tontería, eso no te va a dar trabajo”.


Pedí ir al psicólogo y me dijeron que no lo necesitaba. Esa noche, igual que las últimas dos semanas, me dormí clavándome las uñas en la palma de la mano porque sentir ese dolor aliviaba mi mente. 


Encontré a una persona, entre mi auto odio, mi frustración, mis dramas familiares, mi depresión y crisis existencial en general... así que más que una persona yo la percibía como un ángel. 

Se convirtió en mi novia. Y ella se convirtió en un cúmulo de decepción, miedo, frustración, crítica y presión de mis padres hacia mí, porque resulta que la vida me guardaba una sorpresa más (aunque no sería la última) y es que, a pesar de tener amigos homosexuales, haber aceptado en casa a amigos míos homosexuales y de ser personas de enorme corazón, que su hija fuera bisexual era un tremendo error de la naturaleza. Así es como los monstruos de mi realidad empezaron a tener cara, a dormir literalmente en mi casa y se llamaban papá y mamá. 

Con mis percepciones trastocadas, mi vida revuelta, todas mis 'erróneas decisiones' según el parecer de las personas que más me importaban... sumadas a mi carácter introvertido con tendencia a la ansiedad social...
Aún tenía yo los ovarios de responder "Bien" cuando me preguntaban "¿Qué tal?". 

La moral ya no existía para mí, porque por muy bien que tratara de hacerlo todo, nada parecía estarlo y solo sentía que hacía daño al mundo. Así que empecé a soñar con matar a todo el que me hacía sentirme mal y eso por supuesto me incluía a mi misma. 

Aunque hay muchas partes de mi carácter, como mi inseguridad e indecisión, que no he mencionado a pesar de su importancia, esto puede considerarse un buen resumen de cómo empezó mi historia.



sábado, 16 de noviembre de 2019

Diccionario de mi padre: Parte 1

*Pasas más hambre que un gitano*--> Señaliza que la etnia gitana tiene escasos recursos y casi no tienen para comer. Es un dicho que también hace referencia a que "los gitanos tienen muchos hijos de manera irresponsable y luego no tienen ni para darles de comer".

*Ya se sabe que cuando hay más de una mujer, tiene que haber líos*--> haciendo referencia a que las mujeres tienen incapacidad a la hora de convivir entre ellas.

*Morrito tener hambre*--> Hacer la gracia para pedir comida refiriéndose a la gente de piel negra que pasa hambre en países subdesarrollados.

*Trabajo como un negro*--> Queja de que trabaja demasiado y de forma injusta, refiriéndose a la explotación que viven personas de piel negra en países subdesarrollados o a los 'trabajos basura' que tienen que aceptar por no haber podido tener estudios.

*No es natural, eso es una enfermedad y un error*--> Refiriéndose a cualquier orientación sexual no heteronormativa.

*A ese lo que le pasa es que ha comido muchos yogures*--> Señalando a un hombre gay y/o amanerado ya que se ha demostrado que hay algunos alimentos que contienen hormonas femeninas.

*Promíscuos y de mala vida*--> De nuevo refiriéndose al colectivo LGTBIQ+

*Esos salen en la tele porque lo único para lo que sirven es para dar espectáculo con sus pintas*--> Transexuales, amanerados y travestis.

*Están confundidos*--> Lo que les pasa a los bisexuales.

*Con Franco estábamos mejor, no había tanta tontería*-->  Indicando que con una dictadura la vida sería mejor.

*Esos vienen de las mafias a conquistarnos, quitarnos trabajo y a vivir bien con las ayudas y de nuestra sanidad*--> Refiriéndose a los menas e inmigrantes.

*Joder, es que no se puede opinar en esta casa, cuanta susceptibilidad*--> Si alguien se queja de alguno de estos comentarios.



viernes, 1 de noviembre de 2019

Me gustaría decir...

Me gustaría decirte que estoy bien, que no echo de menos mi pasado y que no me da miedo el futuro. 

Me encantaría decirte que cuando salgo a pasear miro al cielo y pienso que esa calle por la que voy, que mantiene el mar a mis espaldas y matiza el perfil de las montañas en frente de mi, es un buen sitio para que llegue el fin del mundo. 

Me gustaría decirte que estoy bien, que no me siento sola, que cuando te mando esas fotos de flores es porque tengo mucho arte y ganas de fotografiar, pero la verdad es que hoy en día no nos vemos los unos a los otros realmente como somos. Nos quedamos con la imagen que recibimos del otro, lo superficial, la apariencia. Y por eso pienso que tal vez, si te enseño la imagen de una flor me pienses a mí como algo igual de hermoso. 

Me gustaría decirte que no estoy cansada y que la gente a la que quiero no tiene miedo de vivir todos los días. 

Me gustaría decirle a mi madre que voy a estar siempre bien, y decirme a mi misma que, para cuando necesite un respiro, el cielo va a ser siempre tricolor y el tiempo se sentirá cálido y despejado para poder salir a disfrutarlo... 

Quiero creer que el horizonte va a fundir en uno el cielo con el mar para sentir más cerca a los que ya no están. 

Y como decía Joaquín Sabina, me encantaría prometerme que el Mediterráneo siempre va a estar tras cada esquina de la ciudad en la que voy a hacer mi vida y que nada va a despertar a la bestia que llevo dentro dormida.



Sin culpa ni justicia

Hay muchas formas de matar a alguien y por lo tanto, muchas formas de morir.

Una que es muy popular hoy en día es la de estar muerto en vida.

Hay personas que enferman de cáncer y mueren, se quedan sin constantes vitales, la enfermedad les tumba por dentro y por fuera. 

Hay otra gente que enferma de depresión y también mueren, pero siguen viviendo, pierden vida y vitalidad, pero solo por dentro.

Yo he estado en coma por dentro durante algún tiempo. He rozado esa no muerte unas cuantas veces, cosa que me permite identificar cuando otra persona está pasando por lo mismo... Y resulta que mi madre se está muriendo.

Más bien, la está matando mi padre. ¿Suena fuerte, eh? No estoy hablando de abuso sexual, violencia de género ni de machismo, creo. 

Hay personas que matan a otras por dentro, que les comen la alegría con su carácter, que les quitan libertades sin palabras ni amenazas y sin querer, y aunque no tengan culpa, tampoco es justo.

Que una persona viva su vida de una forma triste no significa que las personas que le quieren y que quieren compartir su vida con él o ella tengan que ser tristes también, pero es muy difícil controlar esto, porque la tristeza y la depresión se contagian. 

Es complicado que si te gritan por comerte las puntas de la barra de pan, porque te gusta esa parte más tostada, te las vuelvas a comer igual de feliz. 

Es difícil que si esta situación ocurre durante años y nada cambia, pienses en que lo bueno, lo bonito, sería que las mañanas de domingo despertaras con un platito de puntas de pan bien tostadas, porque es lo que te gusta y es lo que te hace feliz. 

Esa situación es algo que ni se te ocurre y te conformas, con que te griten en tu casa por seguir haciendo algo que antes te hacía muy feliz y que ahora bueno, pues a ratos.

Porque por comprar 4 barritas de pan, no te vas a morir. Pero por no cambiar esa situación, tampoco pasa nada, pero lo que si te va pasando es la vida y de una forma muy triste.

Qué exagerada, diréis, pero es que lo del pan es un ejemplo tonto por lealtad.

El pan es un capricho pero yo veo a mi madre, también, sin ganas de salir de casa a entretenerse.

Porque si alguien sale de casa de mal humor constantemente y con muchos nervios, lo que menos te apetece es salir de casa con esa persona... Y se te quitan las ganas de salir, sin que nadie te prohiba nada, sin que nadie te amenace, sin que te pongan una mano encima... prefieres quedarte en casa y relajarte para tener tiempo para ti y para no tener que soportar ese carácter, con perdón, de mierda.

En fin, mamá, que si algún día lees esto, que sepas que te estás muriendo, que me encantaría llevarte de viaje a los pocos sitios por los que aun sientes algo de emoción y que me encantaría devolverte la ilusión que al final entre todos te hemos quitado. Sin culpa, pero sin justicia también.

Gracias por no dejar que te maten después de tanto, gracias por haberme servido de buen ejemplo en tantas ocasiones y por estar ahí para recordarme que a mi, aunque casi, tampoco ha podido matarme nadie.



Qué buen momento

Qué buen momento para ser una pieza más de la partida y salir del tablero. Qué buen momento para saltar, aunque sea demasiado hacia arriba. ...