viernes, 1 de noviembre de 2019

Sin culpa ni justicia

Hay muchas formas de matar a alguien y por lo tanto, muchas formas de morir.

Una que es muy popular hoy en día es la de estar muerto en vida.

Hay personas que enferman de cáncer y mueren, se quedan sin constantes vitales, la enfermedad les tumba por dentro y por fuera. 

Hay otra gente que enferma de depresión y también mueren, pero siguen viviendo, pierden vida y vitalidad, pero solo por dentro.

Yo he estado en coma por dentro durante algún tiempo. He rozado esa no muerte unas cuantas veces, cosa que me permite identificar cuando otra persona está pasando por lo mismo... Y resulta que mi madre se está muriendo.

Más bien, la está matando mi padre. ¿Suena fuerte, eh? No estoy hablando de abuso sexual, violencia de género ni de machismo, creo. 

Hay personas que matan a otras por dentro, que les comen la alegría con su carácter, que les quitan libertades sin palabras ni amenazas y sin querer, y aunque no tengan culpa, tampoco es justo.

Que una persona viva su vida de una forma triste no significa que las personas que le quieren y que quieren compartir su vida con él o ella tengan que ser tristes también, pero es muy difícil controlar esto, porque la tristeza y la depresión se contagian. 

Es complicado que si te gritan por comerte las puntas de la barra de pan, porque te gusta esa parte más tostada, te las vuelvas a comer igual de feliz. 

Es difícil que si esta situación ocurre durante años y nada cambia, pienses en que lo bueno, lo bonito, sería que las mañanas de domingo despertaras con un platito de puntas de pan bien tostadas, porque es lo que te gusta y es lo que te hace feliz. 

Esa situación es algo que ni se te ocurre y te conformas, con que te griten en tu casa por seguir haciendo algo que antes te hacía muy feliz y que ahora bueno, pues a ratos.

Porque por comprar 4 barritas de pan, no te vas a morir. Pero por no cambiar esa situación, tampoco pasa nada, pero lo que si te va pasando es la vida y de una forma muy triste.

Qué exagerada, diréis, pero es que lo del pan es un ejemplo tonto por lealtad.

El pan es un capricho pero yo veo a mi madre, también, sin ganas de salir de casa a entretenerse.

Porque si alguien sale de casa de mal humor constantemente y con muchos nervios, lo que menos te apetece es salir de casa con esa persona... Y se te quitan las ganas de salir, sin que nadie te prohiba nada, sin que nadie te amenace, sin que te pongan una mano encima... prefieres quedarte en casa y relajarte para tener tiempo para ti y para no tener que soportar ese carácter, con perdón, de mierda.

En fin, mamá, que si algún día lees esto, que sepas que te estás muriendo, que me encantaría llevarte de viaje a los pocos sitios por los que aun sientes algo de emoción y que me encantaría devolverte la ilusión que al final entre todos te hemos quitado. Sin culpa, pero sin justicia también.

Gracias por no dejar que te maten después de tanto, gracias por haberme servido de buen ejemplo en tantas ocasiones y por estar ahí para recordarme que a mi, aunque casi, tampoco ha podido matarme nadie.



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