lunes, 2 de diciembre de 2019

Mi rosa II

Estaba todo nevado porque en mis sueños siempre salen los prados blancos, los mares turquesa y el cielo anaranjado. 

En medio de ese páramo, me encuentra un tormento, un pensamiento en negro, que no sabe distinguir lo bueno y malo. 

Una nube se sube al tejado de la pequeña casa al lado del lago, esa que, en mis sueños, es de madera y acogedora. Yo espero a que la nube truene y me libere, como siempre que llueve, porque me relaja pero la nube hace temblar el prado, mar y cielo con un trueno ronco y desgarbado, de los que contienen fuego dentro y entonces es cuando dentro de ese sueño despierto.

Despierto porque recuerdo lo que te asustan los truenos y el viento fuerte, y aunque a mi me encante, me aprieta el pecho si te pienso triste y asustada en cualquier sitio en el que mis brazos no te encuentren para darte abrigo.  

Y me asusto más, de pensar que otros brazos te tengan, de que otros cielos con menos truenos te cubran y de que sonrías en otro cálido hogar... Como si mis cielos naranjas, mi casa del lago y los prados nevados con mares turquesa no fueran suficientemente ficticios para superar la realidad que nos envuelve.

En ese despertar dentro de mi sueño, que siempre tiene el cielo anaranjado, los mares turquesa, el prado blanco y en medio, la casa de madera... Me levanto de un salto y echo a correr, porque no soporto ese pensamiento negro, de que tus miedos hayan hablado y yo nos les haya acallado.

Sin dejar de correr dejo de ver a mi alrededor los paisajes, me emborronan la vista las nubes que antes me liberaban y empiezo a correr buscando la única salida que se me ocurre, la única que conoce mi corazón, buscándote a ti. 

Con un aliento más te encuentro, te encuentro y estás deslumbrante, porque el rojo y naranja siempre han congeniado bien, porque esas plumas indias que tanto te gustan quedan perfectas en mi casa de madera y los leones juegan ilusionados porque nunca antes han visto la nieve. 

Respiro aliviada y tú me preguntas, ¿Qué te pasa, por qué estás tan asustada? Ni siquiera has escuchado el trueno, no estás asustada, estás tranquila esperándome con alguna mariposa en tus pétalos.

Espanto a las mariposas, porque es mi sueño y me pongo celosa de que te rocen. ¿Qué pasa si te gustan? yo no tengo alas, sería un problema que te gustara una de ellas.

-Pues el trueno, he oído un trueno y pensé que estarías asustada, que querrías irte de mi sueño.

-Yo no me voy, tendrás que echarme como a esas mariposas.

-¿Echarte? 

-Sí, para disfrutar de los truenos que tanto te gustan.

Me senté en silencio a tu lado, aun controlando mi respiración agitada y te conté en silencio que no quería otra cosa que ese cielo naranja, esos prados blancos y esos mares turquesa a tu lado.

Eres un pequeño regalo, un contraste que resuena en el negro de mis miedos y la coraza de mis sueños. 

Eres la luz que me hizo escribirte hace un año, apenas sin conocerte, porque te sentía de toda la vida y eres la imagen de mis pesadillas por el miedo a perderte ahora.

365 días más tarde, más prieta, más cruda, más tierna, mi rosa, brillas y encajas en mis sueños, en mis metas, en mi presente y futuro, como si esa vida pasada nunca se hubiera acabado del todo. 

Te amo, feliz cumpleaños.






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